Decirle a un guatemalteco con oportunidades que necesitamos tener el sentido de urgencia para lograr los cambios que el país requiere con el afán de darle viabilidad a más oportunidades para todos, en especial los más necesitados, es una tarea difícil porque cuando se come los tres tiempos al día o peor aún si el sistema ha ayudado a tener esas oportunidades (especialmente si es por medio de la corrupción), no se siente el apremio por lograr el cambio. Simplemente la gente no quiere ver “por qué” urgen las reformas.
Y mucha gente lo ve aún menos necesario, cuando tenemos un consumismo gracias al esfuerzo de la comunidad migrante. Bien lo decía Oscar Clemente Marroquín en su Columna de La Hora, titulada “Al diablo la transparencia” y publicada el día miércoles 9 de agosto: “Hoy más que nunca, Guatemala subsiste gracias al aporte de los migrantes que envían puntualmente sus remesas para ayudar a sus familias, siendo el único sector de la economía que no se ha detenido y que, por el contrario, se mantiene en constante crecimiento. De no ser por esa inyección que recibimos, hace rato que el país hubiera caído en condiciones propicias para un gravísimo estallido social”.
Pero para los migrantes y sus familias que se lo han jugado todo, hasta la vida, con tal de luchar por un futuro mejor, es momento de decirles que ya va llegando La Hora del todo por el todo porque Guatemala está en un momento clave de su historia. Las opciones son: a) sentar las bases del futuro para lograr construir un país con un sistema que nos permita ser más influyentes y que las oportunidades sean para todos (bando en el que está La Hora Voz del Migrante) o b) fortalecer lo que se tiene para lograr detener la lucha contra la corrupción y así asegurar la permanencia del sistema que ha convertido a la gente en el mejor producto de exportación.
Nuestro fundador, Clemente Marroquín Rojas decía que Dios quiere mártires no babosos y éste no es un llamado para que alguien ofrende su vida a cambio de nada, pero sí es una llamada de atención para que nos demos cuenta que si no logramos unirnos, lograr al menos un acuerdo (reformar leyes para que con comités cívicos la gente pueda llegar al Congreso por medio de la elección realizada en distritos más pequeños), nuestra vida está en juego. Si usted llegó a Estados Unidos sorteando coyotes, traficantes de personas y los demás riesgos que la travesía implica o si su familia se desgranó por el viaje de un familiar, entenderá lo que decimos y por eso, es que es el momento de que usted y su familia entiendan que su voz es la clave del cambio y que se deben hacer escuchar.