Por Douglas Gámez
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Desde el inicio de La Hora Voz del Migrante, hace unos meses, se ha dado prioridad y espacio para resaltar las historias de los connacionales que viven en Estados Unidos, sus sacrificios y aspiraciones.
Para llegar a ellos han sido fundamentales, en varias ocasiones, sus familiares en Guatemala; como lo mencioné en mi primera columna, casi todos mis conocidos, amigos y compañeros conocen o tienen a un guatemalteco en Estados Unidos.
En muchas ocasiones uno puede ser ciego de esa realidad y aunque parece increíble, no darse cuenta de la importancia que tienen directamente para el desarrollo personal sus aportes.
Mi padre fue migrante, no dimensioné hasta este año la importancia que tuvo su salida del país para mi vida.
Su sacrificio fue importante, dejó a una familia de cuatro hijos y esposa en Guatemala, yo nací a los pocos meses de irse a Chicago.
Aún recuerdo sus historias, la alimentación al parecer no era la mejor, siempre se quejó de ello, su profesión era el enderezado y pintura de vehículos, sus jefes eran migrantes originarios de Grecia a los que consideraba exigentes.
Fue una etapa dura y de sacrificio en ambas vías, para los que se quedaron y para él que debió trabajar duro, trabajar jornadas extenuantes, para enviarnos remesas que podría considerar que salvaron mi vida, muchas de ellas sirvieron para tratamientos médicos ante varios problemas de salud que sufrí de niño.
Su esfuerzo sirvió principalmente para asegurar la educación de mis hermanos mayores, la alimentación de los más pequeños, entre ellos yo. El costo siempre fue alto, la lejanía de un padre es dura, probablemente por mi edad cuando sucedió eso no lo recuerdo, pero imagino fue difícil para el resto de la familia.
Al recordar esto, reflexionó una vez más de la importancia que tienen los migrantes, simplemente deberían migrar por derecho, debería ser una opción y no la regla para aspirar a suplir cosas elementales como la educación, la salud y la alimentación.
Tenemos que hacer más por ellos, ya no podemos seguir siendo ajenos a lo que sucede en Guatemala, necesitamos hacer cambios, por esos hermanos, esas madres, esos padres, hijos, esposos, esposas, novias, etc., que tuvieron que abandonar el país en busca de algo que aquí tendríamos que encontrar.