POR REDACCIÓN LA HORA
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La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) advirtió sobre las precarias condiciones en las que vive la niñez y adolescencia migrante retornada, por lo que urgió a las familias, a la sociedad y al Estado salvadoreño para que garanticen los derechos de ese sector poblacional en vulnerabilidad.
De acuerdo con la Encuesta de Hogares de Movilidad Humana sobre Vivienda de Niñez y Adolescencia Migrante no acompañada retornada, el 64 por ciento de las familias a las que pertenecen los menores de edad vive en el área rural de El Salvador, en casas de adobe y con pisos de tierra.
El estudio reveló que en esa región un cuarto de la población de niñas, niños y adolescentes migrantes retornados reside en viviendas con piso de tierra y con paredes de bahareque o adobe. Las construcciones en esas condiciones son consideradas indicadores primarios de pobreza por el Banco Mundial.
OIM señaló que, al habitar viviendas hechas con estos materiales, la niñez y adolescencia es vulnerable a enfermedades parasitarias o enfermedades como Chagas.
La investigación apunta que el 74.1 por ciento de las familias dice ser propietaria de su vivienda. Sin embargo, el porcentaje de tenencia o propiedad es menor cuando la jefa de hogar es una mujer.
Otra pista de las condiciones precarias en las que habita la población menor de edad migrante es que solo el 27 por ciento de las familias que viven en las zonas rurales tienen acceso a un inodoro conectado a alcantarillado, mientras que el 73 por ciento restante utiliza letrinas, inodoros de fosa séptica y otros.
A nivel nacional, tanto en las zonas urbanas como rurales, esta situación alcanza a 59% del total de las familias de la niñez y adolescencia migrante no acompañada retornada.
Según la organización internacional, lo anterior debe ser un motivo de preocupación de las autoridades nacionales porque significa una vulnerabilidad que puede contribuir a la transmisión de bacterias, virus y parásitos presentes en las excretas humanas a través de la contaminación de los recursos hídricos, el suelo y los alimentos.
“Este tipo de contaminación es una importante causa de enfermedades diarreicas. Asimismo, la presencia de letrinas puede representar problemas de seguridad especialmente para las niñas, adolescentes y mujeres que corren riesgo de sufrir acoso o abusos sexuales por la noche en lugares apartados de su vivienda”, indica OIM en un material de prensa.
En el caso de la niñez y adolescencia que viven solo bajo la responsabilidad de abuelas, abuelos o tíos, el índice de vulnerabilidad en la vivienda se reduce en comparación a aquellas familias uniparentales o con la presencia de padre o madre.
Con base en los datos mencionados, OIM concluye que en el país no existen condiciones adecuadas para para el desarrollo de la niñez y adolescencia migrante que se ve forzada a regresar al país, sobre todo a las zonas rurales, ya que enfrenta condiciones que afectan su desarrollo físico, nutricional y cognitivo.
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Los datos mencionados se recolectaron a través de la Encuesta de Hogares de Movilidad Humana en El Salvador, Guatemala y Honduras, implementada por la OIM entre noviembre de 2015 y marzo de 2016.
El objetivo del estudio es contribuir a que, en la atención en situaciones de vulnerabilidad a migrantes, se priorice a la población más joven.
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“Todas las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a gozar del más alto nivel de salud posible y de crecer en un entorno digno en el que se priorice su protección y se brinde lo necesario para que alcancen el máximo de su potencial. Esto es de especial importancia para los grupos más vulnerables, como lo son la niñez y adolescencia migrante no acompañada retornada a las zonas rurales.”
– Análisis OIM