Por Douglas Gámez
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A más de dos años de tener un nuevo Gobierno encabezado por el presidente, Jimmy Morales, sus desatinos y demás, parece innecesario preguntar ¿dónde quedaron sus promesas a favor de la comunidad migrante?, la respuesta es obvia, como todo el resto de cosas que dijo haría, muy poco o nada se concretó.
De los pocos presidentes que recuerdo, ninguno tuvo un acercamiento tan estrecho con la comunidad guatemalteca en Estados Unidos, como la concertó él durante la campaña electoral de 2015. Claro, luego se evidenció que los operadores de tal lobby habían sido personas de dudosa reputación, entre ellos, un mal recordado Comisionado Presidencial que no merece ni la mención.
Como en muchos otros aspectos y temáticas, Morales perdió el rumbo, la oportunidad y en este caso el apoyo de los migrantes a su gestión, quienes creyeron en el cómico que parecía ser la alternativa para el cambio dentro de un sistema caduco y corrupto.
El Gobierno puede argumentar que abrió más consulados, que realiza más jornadas de consulados móviles, que inauguró un centro de llamadas para atender migrantes, que hizo una feria para los migrantes, etc.
Lo mencionado con anterioridad es importante, sí, la comunidad migrante necesita su documentación, pero ellos no apoyaron a Morales para eso, los guatemaltecos en Estados Unidos realmente quieren que el país cambie y sobretodo que sus familiares no tengan que seguir su camino, ese peligroso y tortuoso valle que les puede conducir al éxito o a la muerte.
Dudo que el Gobierno de Morales aún pueda hacer algo por los migrantes, su Ministerio de Relaciones Exteriores es un fantasma, una institución que pierde el tiempo en estudiar el mandato de la CICIG.
Desde la Redacción de La Hora Voz del Migrante nos preocupa el futuro de los connacionales, ante un Gobierno que prefiere asegurarse que la lucha anticorrupción sea sepultada, en lugar de haber tomado la oportunidad que tuvo para emprender cambios que permitieran generar condiciones de igualdad y desarrollo para evitar una migración irregular y peligrosa.
Pero tener claro que no contamos con Morales y su Gobierno nos debe motivar a unirnos más, en primera instancia evitar a toda costa que un nuevo títere de la vieja guardia llegue a Estados Unidos en busca, ahora sí, del voto migrante. Segundo al diálogo y articulación de esfuerzos para incidir y marcar el rumbo del país y los cambios que necesita, el panorama es cuesta arriba pero no imposible, si permanecemos juntos.