Pbro. Mauro Verzeletti, cs
Director de la Casa del Migrante Guatemala y El Salvador
Mauro Verzeletti
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La Conferencia Episcopal de Guatemala públicó un mensaje de suma importancia para la ciudadanía guatemalteca, posicionándose sobre la contienda electoral que próximamente se realizará, haciendo un llamado global sobre la importancia de elegir personas idóneas y con profundos valores éticos. A partir del comunicado haré algunas consideraciones sobre la importancia de contar con un proceso electoral transparente y equitativo. En tiempos de crisis los procesos electorales suelen dar origen a una serie de miedos, dudas, apatía, indiferencia y no pocas preguntas sin respuestas. A partir del colapso socioeconómico y político nacional, además de las masivas migraciones forzadas por el desempleo, subempleo, la crisis estructural que engendra descrédito y desconfianza con respecto a los que irán a ocupar puestos importantes como; la Presidencia, el Congreso y las alcaldías del país, tienen que dar respuestas a la altura para reconstruir el tejido social roto. Asimismo, la población vive bajo la inseguridad e inestabilidad por el desfile de fantasmas sin rostro durante el proceso electoral, que ocurre cada cuatro años en todos los rincones del país. Muchos de los candidatos sin consciencia del verdadero significado de la política, engañan y extorsionan los sueños de los pobres dejándolos en el total olvido. Sin embargo, la crisis actual revela un horizonte sombrío y de incertidumbre por el camino que está transitando el proceso electoral. Del mismo modo, la falta de transparencia política y los pactos de corruptos, se convierten en un terreno fértil para la producción de nuevos fantasmas, que al llegar a un cargo público muchos de ellos se dedican a delinquir y privatizar los servicios sociales. Infelizmente, muchos de los elegidos cuando llegan al poder ignoran, ¿por qué y para que fueron electos? y, de sus responsabilidades como verdaderos representantes de un pueblo que quiere “tierra, trabajo y techo”, en palabras del Papa Francisco. Hoy, estamos bajo control de la élite del poder político y económico del atraso, que imposibilita a los pobres a desarrollarse humanamente y dignamente.
Uno de esos fantasmas son los discursos llenos de falacias de candidatos sin compasión del pueblo, lloran el voto sin comprometerse en cambiar la realidad de sufrimiento de los millones de guatemaltecos y guatemaltecas. El problema es que, para muchos, la crisis es sinónimo de caos y desorden. En esa visión de extrema derecha conservadora, se pasa lo más rápido y posible a la necesidad de buscar un orden para el poder oligárquico, en el sentido de restablecer el statu quo del sistema de mercado neoliberal y del crimen organizado. Las crisis son imprevisibles, lo “nuevo” planteado por muchos partidos políticos no tiene coherencia ética e ideológica con las necesidades de la clase trabajadora.
La crisis generada por los falsos profetas de la política suele ser una encrucijada para alcanzar el bien común de los ciudadanos que siempre han vivido en la exclusión. El concepto de encrucijada supone la existencia de diversos caminos y, por lo tanto, es necesario una elección en donde los candidatos muestren su perfil, comprometiéndose con la acción transformadora tan urgente y necesaria. En otras palabras, desde un punto de vista innovador, encrucijada presupone distintas alternativas y la necesidad de una opción política a favor de los más pobres y excluidos. Para que Guatemala sea distinta, es necesario romper con el poder oligárquico tirano que siempre la ha dominado. La contienda electoral es una verdadera encrucijada que lanza a la población en un desafío de lucha, para conquistar los derechos humanos que les han sido negados a lo largo de la historia.
Debemos de tener muy claro lo que está en juego en las elecciones de junio. El poder de las tinieblas está preparando el escenario para que nuevos fantasmas lleguen al poder, ¿por qué no iluminar con la luz que pueda servirnos de semilla y de orientación? La voz alterada de ciertas figuras de las fuerzas del crimen organizado y del poder de empresarios no pasan de brazadas de náufragos: tanto más rabiosas, brutales y desesperadas, cuanto más grave la tempestad y mayores serán las olas. Por otro lado, el remolino de la tormenta no es el mejor lugar ni el mejor momento para tomar decisiones duraderas. Los vientos y las aguas revueltas no permiten ver la luz del faro. Sabio es aquel que se detiene, reflexiona y evaluar con calma las propuestas de los partidos políticos, para así tomar la decisión más acertada y con mayor seguridad.
A partir de esta perspectiva, las elecciones pueden reordenar el camino de la historia a favor de la clase trabajadora, que injustamente tiene que buscar su sustento más allá de las fronteras, donde mujeres, niñas, niños, adolescentes y hombres arriesgan la vida en la terrible ruta migratoria. No podemos seguir cultivando el egoísmo ganancioso de los fantasmas del sistema capitalista de mercado neoliberal corrupto y del mismo crimen organizado transnacional. En el actual sistema se vuelve imperativo creer en la semilla sembrada en la tierra, que son las “comunidades cristianas de base”, “las organizaciones sociales de base”… También tenemos que ser valientes, hacer el “trabajo de hormiguita”, “visita a las familias”, retomar el caminar de las “comunidades eclesiales de base de reflexión y acción”. Construir un nuevo camino desde la unión intrínseca entre FE- POLÍTICA y ÉTICA; elementos básicos para alcanzar la transparencia y construir un nuevo sistema democrático social confiable y participativo, para así salir de la actual encrucijada de la política de interés de algunos sectores que generan descrédito mediático en todos los ámbitos. Son caminos distintos y alternativos, que nos llaman a dar una respuesta, a través de un voto inteligente. ¡Pero no sólo! El voto por sí solo no genera cambios, debemos de reivindicar nuestros derechos en las luchas desde nuestras comunidades, desde las microluchas a las macroluchas, con esperanza y sin miedo de alcanzar los objetivos soñados. ¡Pueblo organizado jamás será vencido! También las distintas formas de acción a través de la concientización, organización y movilización popular, deben de ser cultivadas como un jardín de flores. Los primeros privilegiados en el proceso de cambio obligatoriamente tienen que ser los migrantes, deportados, los excluidos que viven en los barrancos, periferias y campesinos, porque son el “descarte del actual modelo económico corrompido y fracasado”, en palabras del Papa Francisco.
Ante este panorama político que nos arroja un sinfín de interrogantes, cualquier proyecto nuevo de nación debe poner sus cimientos bien firmes en la realidad económica, social, política, cultural y el cuidado de “Nuestra Casa Común”, como lo sueña el Padre de los Pobres, el Papa Francisco.