POR DOUGLAS GÁMEZ
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Cómo votante será mi cuarto proceso electoral en el que puedo participar, aunque recuerdo muchas elecciones más, y el panorama al que se enfrenta la mayoría de guatemaltecos es de mucha incertidumbre.
A pesar de que el último proceso electoral fue atípico, el de 2019 supera lo esperado, sin la claridad de qué candidatos estarán en las papeletas y con el fantasma de personajes que son parte de un sistema caduco y excluyente, no digamos el componente del narcotráfico que debería ponernos los pelos de punta tras conocerse el Caso de Mario Estrada.
Son momentos difíciles y más allá del ámbito profesional, como ciudadano está esa preocupación de no encontrar personas que reflejen lo que la ciudadanía exigía hace cuatro años, que era cambiar un sistema que ha beneficiado a unos cuantos y ha permitido que la mayoría se empobrezca.
El reportaje central de nuestra edición aborda precisamente ese problema, porque pasaron cuatro años y quienes la ciudadanía pensó harían el cambio solo reforzaron y dejaron libre el camino para que la cooptación continuara y se mantuviera ese círculo vicioso de vivir engañados con las buenas intenciones de una figura presidencial.
Sin embargo, lo más preocupante es que mientras se sigan esas prácticas los guatemaltecos, la gran mayoría, no podrán salir de la miseria y el abandono, niños morirán y veremos las tragedias de siempre y la inclemencia golpeándolos, nos entristecemos, solidarizamos y de nuevo van al olvido, porque las causas que facilitan ese dolor no han sido atacadas.
Es una lástima el tiempo que se perdió durante los últimos cuatro años, porque la ciudadanía depositó su confianza en un grupo de personas que, entregaron esas esperanzas que habían colocado en ellas, para lograr los cambios que permitiera de una vez por todas ver una realidad distinta.
A pesar de eso, siempre podremos empezar de nuevo y es momento de que se exijan cambios en el sistema, porque está claro que por medio de las urnas y con los mismos rostros de siempre es imposible conseguir lo que se necesita.
El rostro y liderazgo que necesita Guatemala no es el de un Presidente, diputado, alcalde o cualquier otro funcionario, se requiere de la ciudadanía unida y fuerte sabiendo lo que se necesita para salir adelante.