POR: DELIA BONILLA
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La búsqueda de su padre y mejorar las condiciones de vida de su familia llevó al guatemalteco Luis García a viajar 12 veces a Estados Unidos, sin embargo, durante uno de esos intentos perdió sus piernas en un accidente, lo que cambió de manera drástica su vida. A pesar de ello, nada le ha robado el anhelo de alcanzar sus sueños.
Apenas tenía doce años cuando decidió migrar por primera vez, era un niño pero con una mentalidad de adulto, su deseo era el de encontrar a su padre quien dejó Guatemala cuando él estaba pequeño.
Durante sus diferentes estadías en Estados Unidos vivió en Houston, Texas; San Francisco y Los Ángeles, California. No tuvo la oportunidad de volver a ver a su padre, quizá porque no lo buscó donde correspondía, comentó García en entrevista con La Hora Voz del Migrante.
Por eso nunca se quedó a vivir en ese país, viajaba para las vacaciones escolares y posteriormente laborales, estaba tres meses allá y luego regresaba a Guatemala. Su abuelo siempre lo instó a estudiar, logrando convertirse en profesor de artes plásticas.
Cuando creció trabajó por temporadas en Estados Unidos, en una imprenta, en una vulcanizadora, lavando carros; y con el paso del tiempo el deseo de encontrar a su padre disminuyó, pero continuó migrando.
Después de varios viajes, Luis le había tomado confianza al trayecto, nunca imaginó que le podría suceder algún accidente en el camino.
En el año 2002 emprendió su viaje número once, sin imaginar que la vida le cambiaría totalmente, y como en otras ocasiones abordó el tren conocido como “La Bestia”.
García indicó que cuando el tren estaba en marcha él saltaba de vagón en vagón para conocer a más personas, a pesar de que en la mayoría de oportunidades viajaba solo, siempre encontraba conocidos en el camino que lo hacían sentir acompañado.
En esa oportunidad viajó con un amigo, pero no se dio cuenta que las cintas de sus zapatos estaban desamarradas y se quedaron atoradas en uno de los resortes que tenía el tren, lo que provocó que se resbalara y cayera al suelo.
Luis recordó que no sintió ningún dolor en ese momento, pero sus piernas ya habían sido aplastadas por el tren. Cuando despertó iba en una ambulancia, el amigo que lo acompañó no lo abandonó y lo ayudó para retornar a Guatemala.
“Aceptar estar sin mis piernas fue algo muy complicado, yo no quería salir de mi casa, pero luego unos amigos me empezaron a animar a salir. Cuando las cosas son para uno aunque uno se quite y cuando no aunque uno se ponga”, relató García.
AYUDA Y SUPERACIÓN
Luis trabajaba en ese entonces para el Ministerio de Educación, sus superiores le dieron la oportunidad de rehabilitarse para volver a sus labores. El apoyo de su familia fue fundamental, estuvo internado siete meses en un sanatorio y posteriormente continuó con el proceso de recuperación en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).
Allí conoció a una fisioterapista, quien lo motivó a entrenar y practicar deporte en competencias para personas con capacidades especiales, específicamente en la rama de natación, lo cual le permitió ganar el primer lugar de una competición centroamericana.
También estuvo en un equipo de basquetbol junto a otras personas que asistían al Seguro Social, posteriormente se unió a un equipo de Antigua Guatemala, Sacatepéquez y trabajo dos años en ese municipio como encargado de un área educativa.
La principal motivación que permitió a Luis salir adelante fue su hijo, por amor a él y por el gusto que veía que este tenía por el fútbol, decidió formar un equipo de niños a quienes inscribió en una liga para menores de edad.
VIAJANDO A PESAR DE LAS ADVERSIDADES
Estando ya en una silla de ruedas, García se propuso viajar de nuevo a los Estados Unidos, intentó formar una maratón pero solo un amigo decidió acompañarlo.
En el año 2005, iniciaron la travesía, esta vez lejos del tren, “pedían jalón” a los vehículos que pasaban en la carretera y vivió muchas aventuras e historias para poder lograr el sueño de volver al país norteamericano. Poco a poco avanzaron hasta llegar a Houston, Texas en 43 días.
Sin embargo, mientras caminaban en una carretera de ese estado una patrulla los abordó y los agentes de la Policía local les pidieron que regresaran a México y al acatar la disposición los subieron al vehículo y los llevaron a una oficina de migración.
Por su discapacidad, Luis tuvo la oportunidad de quedarse en Estados Unidos por una ley que lo amparaba, pero no quiso dejar a su amigo solo, comentó. Los dos fueron retornados a Guatemala.
SIEMPRE ACTIVO
Actualmente, García trabaja realizando diversas actividades, coloca ventanas y vidrios, repara pupitres, es diseñador gráfico y elabora impresiones en vinil y otros proyectos de diseño. De esta manera y con la ayuda de sus hijos y su esposa han salido adelante.
“Yo creo que esto me sucedió porque Dios vio que tenía la capacidad para soportar esto y probablemente iba a ser un ejemplo para otras personas… ahora soy feliz aunque no he logrado superarme del todo como quisiera”, comentó Luis.
García adquirió unas prótesis por medio de una asociación que apoya a personas que han sufrido accidentes durante la migración, esto le permitió sentir de nuevo la sensación de tener sus extremidades y cambió su perspectiva de vida.
A sus 37 años, el guatemalteco no descarta la posibilidad de volver a viajar, sin embargo, indicó que debe reflexionar y evaluar los riesgos antes de viajar, “hay que tener claro lo que se quiere, porque acá en Guatemala hay trabajo, solo hay que buscar las oportunidades”, puntualizó.
“Aceptar estar sin mis piernas fue algo muy complicado, yo no quería salir de mi casa, pero luego unos amigos me empezaron a animar a salir. Cuando las cosas son para uno aunque uno se quite y cuando no aunque uno se ponga”.
“Yo creo que esto me sucedió porque Dios vio que tenía la capacidad para soportar esto y probablemente iba a ser un ejemplo para otras personas… ahora soy feliz aunque no he logrado superarme del todo como quisiera”.
LUIS GARCÍA