Por Grecia Ortíz
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En 1994 el destino de la guatemalteca Aleida Castillo, quien estudió magisterio, dio un giro radical debido a que emprendió su camino hacia Estados Unidos, donde vive hasta ahora junto a su hija, quien la motiva cada día a superarse y seguir imponiéndose metas, entre las que destaca su pasión por correr para mantenerse saludable.
Antes de migrar, Castillo era maestra de educación primaria, pero por recomendación de sus familiares viajó a Estados Unidos. “Mi familia decidió mandarme a mí. Me gradué de maestra apenas en el año 1993, antes que me viniera”. Es originaria de la Nueva Concepción, Escuintla.
Al llegar a Estados Unidos uno de los obstáculos a los que se enfrentó fue el idioma, que considera como un muro para el desarrollo de los migrantes. “La lengua es una pared extrema que se debe vencer. Además uno llega y la gente es diferente. A mi familia no la conocía porque los que estaban acá tenían muchos años viviendo en este país. Para mí fue un choque psicológico grande, no era la idea de lo que uno se espera, para mí fue algo diferente”, añadió.
Uno de sus primeros trabajos fue en una fábrica de plásticos en donde laboraba por las noches. Pese a sus dificultades con el idioma, decidió buscar una oportunidad de trabajo en una cafetería.
“Yo le dije a mi mamá: aquí hay tantos hispanos, yo sé que puedo hacerlo. Entonces, fui a preguntar a un café y el señor me retó, me preguntó si hablaba inglés y le dije que no. Me respondió que cómo quería trabajar de cajera sino hablaba inglés y le dije que podía aprender rápido. Él me dijo: te voy a dar trabajo porque eres testaruda”, relató.
Otro de sus trabajos fue en una empresa que se dedicaba a la fabricación de partes de computadoras y en donde se mantenía la mayor parte del día.
Para aprender el idioma, Castillo trataba de anotar todo lo que escuchaba. “Le preguntaba a mi jefe cómo se decía y lo repetía todo, a ver si se me quedaba, y desde ese tiempo a mí siempre me gustó practicar mucho. Yo decidí aprender inglés por mi cuenta”.
La guatemalteca indicó que en 1998 se animó a ir a la escuela para ser estilista y logró graduarse, no obstante debido al nacimiento de su hija ya no pudo seguir con esa profesión y consiguió un empleo con una familia como ama de llaves, trabajo que aún desempeña.
“La casa en donde viven mis jefes es un lugar inmenso. Me he quedado acá casi quince años. Ahora en noviembre los voy a cumplir”, señaló.
Aunque para muchos el trabajo que realiza la entrevistada podría ser pesado, para Castillo es un reto diario, que realiza con entusiasmo y dedicación, pues se siente agradecida por lo que hace. “Nunca me han tratado mal”, asegura.
Con su trabajo la entrevistada espera que su hija, de quien dice sentirse muy orgullosa, logre finalizar sus estudios.
UNA VIDA SALUDABLE
Pero además de trabajar y dedicarle tiempo a su hija, Castillo también tiene pasión por el deporte, principalmente por correr en maratones. La guatemalteca señala que se ha convertido en una pasión que considera podría haberse inspirado en su hermana, quien también lo hacía.
“Empecé a correr en 2010, como terapia, porque no quería deprimirme. Aquí la gente se pone así por el frío o porque no se tiene familia cerca, y creo que ahí fue mi punto de partida. También decidí correr una maratón de 26.2 millas, que decidí porque quería que fuera antes de cumplir 40 años”, comentó.
La salud para la guatemalteca es algo muy importante y por eso cree que todos deberían de practicar este deporte, el cual se logra dominar solo si se acepta como un estilo de vida. “Me apasiona correr, soy muy apasionada y entregada a mis entrenos”, dijo.
HERMANOS E HIJA SON SU INSPIRACIÓN
Ahora el desafío que la impulsa es mejorar sus tiempos en las maratones. Le gusta escalar montañas altas y viajar, además de aprender de idiomas. La guatemalteca también está en contra del maltrato animal: “Tengo mascotas y también trato de no utilizar plásticos para cuidar el ambiente”.
“Mi hija hace poco me dijo que quería correr su primera carrera de 5K conmigo en el otoño y está empezando a correr, porque tiene que empezar a hacerlo por poquitos. Ahora mi hija está comiendo mejor”, añadió.
Finalmente también destacó que siente mucha admiración por sus hermanos y hermanas. “Ellos han sido mi ejemplo y mi fuerza. Ellos son principales en mi corazón. Ellos, cerca o lejos, me han mantenido a flote y los amo” señaló. “Somos como cualquier familia, nos amamos, tenemos muy buena relación”.
“Yo le dije a mi mamá: aquí hay tantos hispanos, yo sé que puedo hacerlo. Entonces, fui a preguntar a un café y el señor me retó, me preguntó si hablaba inglés y le dije que no. Me respondió que cómo quería trabajar de cajera sino hablaba inglés y le dije que podía aprender rápido. Él me dijo: te voy a dar trabajo porque eres testaruda”.
“Empecé a correr en 2010, como terapia, porque no quería deprimirme. Aquí la gente se pone así por el frío o porque no se tiene familia cerca, y creo que ahí fue mi punto de partida. También decidí correr una maratón de 26.2 millas, que decidí porque quería que fuera antes de cumplir 40 años”.
ALEIDA CASTILLO