No es una expresión por arrebato, sino una medida de sobrevivencia, si no queremos renunciar al sueño de tener una Guatemala diferente. En esta edición publicamos un amplio reportaje de los “Dreamers” de Escuintla y Suchi, quienes gracias a las acciones de Barack Obama pueden gozar de un futuro en un país que los acogió ante la falta de oportunidades en su nación de origen.
Pero también publicamos información de cómo los diputados desean cooptar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) aún y cuando éste y su Registro de Ciudadanos son una cacharpa inútil que defiende las porquerías de los partidos políticos (en especial en el tema del financiamiento), socavando lo que algunos llaman “democracia”.
Esos diputados que ahora desean cooptar aún más al TSE (los magistrados electorales fueron puestos por PP, LIDER y UNE), son los mismos que se aseguraron enterrar las reformas al sector justicia con la verdadera intención de lograr elegir al próximo Fiscal General de Guatemala bajo las reglas del presente y así poder volver al pasado donde la impunidad era una regla generalizada.
Del lado del Ejecutivo, en lugar de entrarle de lleno al mandato recibido en las urnas, desde el Ministerio de Finanzas se prepara una ofensiva para consagrar el podrido sistema de compras, sin olvidar que se preparan para volver a intentar un mecanismo de amnistía; esa es la “mejor manera” que se les ocurrió para reactivar la economía y de las Cortes, basta decir que Blanca Stalling todavía es magistrada.
Pero aún ante las evidencias de los abusos de los diputados, vemos que el nuevo Procurador de los Derechos Humanos (PDH) nos dice que tiene fe en ellos (solo Dios sabrá qué pasó en esa elección) y si a eso le sumamos la indiferencia social, se nos paran los pelos porque seguir con este fallido sistema asegura que la migración seguirá siendo el “único” alivio de muchos a pesar de los riesgos que conlleva.
Y decimos que va siendo La Hora de rebelarnos, incluida la comunidad migrante, porque no queda más que decir YA BASTA de tanto abuso, de tanto cinismo, de que se rían en nuestra cara gozando de nuestro dinero; ya basta de seguir dependiendo de un puñado de mafiosos que defienden un sistema que no ofrece futuro a los honrados.
Basta de seguir frenando los cambios excusándose en una institucionalidad inexistente o en una soberanía que la aplicamos cuando nos conviene. Los problemas del país y las carencias de la gente son reales y ha sido la misma migración la que, con sus remesas, ha hecho que muchos no sientan la urgencia de cambio porque al recibir $7 mil millones al año no sentimos la urgencia de cambiar un país cuyas matrices (en salud, educación, compras, justicia, política, etc.) están colapsadas.