Por Douglas Cuevas
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Muchas veces renegamos de los lugares a los que la vida nos lleva por considerar que en vez de ser oportunidades son fracasos, pero a medida que todo se va acomodando comprendemos la verdad que existe en la frase: “todo pasa por algo”.
Eso fue exactamente lo que ocurrió con Melissa Esther García Guerrero, una hondureña que no pudo llegar a los Estados Unidos teniendo que quedarse en México. Esta es otra historia de éxito de la campaña “Soy Migrante” del Organismo de las Naciones Unidas para la Migración.
Melissa es una madre soltera de cuatro hijos, quien trataba la manera de ganarse la vida para ella y su familia con mucho esfuerzo. Trabaja en una fábrica de textiles o como se conoce en muchos países de Centroamérica, una maquila, pero el poco sueldo que recibía por su trabajo la orilló a tomar la decisión de migrar.
“Yo iba camino a Estados Unidos pero no conseguí llegar. Así que me quedé en México” recuerda. Cuenta que con un grupo de amigos emprendieron la odisea “en mis experiencias pasadas tuve que subirme a la ‘Bestia’ sola y con ellos. Me he subido cuando el tren está parado y nos movemos en lo que llaman ‘góndolas’ que son los vagones que tienen un tipo de plancha para ir sentado. Los viajes eran de 1 día o 2 días. Cuando el tren paraba nos bajábamos a comprar comida y nos subíamos de nuevo”.
HA PODIDO IR REUNIENDO A SU FAMILIA
La historia de Melissa como migrante comenzó hace cuatro años, tiempo en el que poco a poco ha ido saliendo adelante, ahorrando y con mucho esfuerzo reunirse con algunos de sus hijos.
“Me quedé en México y mandé a traer a dos de mis hijos mayores. Primero vivimos en Guanajuato y ahora estamos en Oaxaca. Ahora estoy trayendo a mi tercera hija para que viva conmigo”.
Honduras es uno de los países que se vieron perjudicados con las recientes decisiones del Presidente Donald Trump, quien ya no recibe solicitudes de asilo para menores de edad por condiciones de violencia, pero la migrante de esta historia considera que México, por lo menos donde vive, es un lugar seguro para que sus hijos y ella puedan vivir.
“Aquí podemos hacer una vida con mis hijos porque es más seguro y los precios son accesibles. Mis hijos y yo hemos trabajado para poder salir adelante” comenta.
Agrega que “no ha sido fácil porque he tenido que luchar día a día, caminar largos trayectos, y estar lejos de mis otros hijos, pero estoy convencida de que aquí podemos llevar una mejor vida”.
YA ES ABUELA
En su estadía en México, país que ya ve como un segundo hogar, Melissa ha visto crecer a su familia, puesto que su hijo mayor fue el primero en darle un nieto, “en Celaya estuve trabajando con la empresa de un señor pintando y limpiando apartamentos que estaban en renta. Hace cinco meses tuve un nieto y él nació aquí. Me gustaría verlo crecer y estar junto a ellos. Mi hija más pequeña se ha quedado en Honduras con el papá.
BUSCA QUEDARSE COMO LEGAL
El camino no es fácil para los migrantes, más cuando intentan regularizar su situación, algo que Melissa ha estado intentando sin tener mayor resultado, pero eso no le impide seguir luchando.
“He intentado regularizar mi situación en México porque quiero establecerme en Oaxaca con mi familia. He hecho ciertos trámites con Migración, sin embargo el proceso es difícil y largo. Siempre le pido a Dios que nos dé trabajo y que no permita que nos pase algo malo cada vez que salimos porque no somos malas personas”.