Pbro. Mauro Verzeletti, C.S.
Director de la Casa del Migrante de Guatemala y El Salvador
A menudo las personas involucradas en los desplazamientos humanos de masa son clasificadas como refugiados, por un lado, y migrantes socioeconómicos, por otro. Los primeros víctimas de la violencia, sea esta de orden político, ideológico o religioso, los segundos buscan escapar de la pobreza, miseria y hambre. Unos, como víctimas de guerras y conflictos, tienen derecho a la protección internacional, los demás migran para alcanzar un futuro mejor.
En las últimas décadas, son los denominados refugiados o migrantes “climáticos”. Los que huyen de las catástrofes ambientales se ven obligados a migrar. Por ejemplo, de huracanes, sequías, tifones, inundaciones, tsunamis, calentamiento global, entre otros desastres.
La pregunta es, ¿Es posible separar de manera tan nítida la frontera entre los tres tipos de factores que causan el desplazamiento, violencia, pobreza y cambios climáticos? ¿No estarán todos ellos tan entrelazados que acaban por reforzarse el uno al otro? A diferencia de una clara distinción, ¿no habrá en lugar una recíproca determinación?
Algunos comentarios a las preguntas. Cuántas veces la sequía y sus consecuencias, aunque aparezca como causa inmediata de la migración, esconden otras causas remotas, como el calentamiento global, la pobreza crónica o una desigual distribución de tierras. A la causa visible se superponen motivaciones ligadas a la condición social y económica de quien se ve obligado a construir su vivienda en lugares inhóspitos, debido a la especulación inmobiliaria.
Por otro lado, la violencia y los conflictos armados, a veces tienen por objeto determinados grupos políticos que se oponen al orden vigente. La política, a su vez, tiende a salvar el status quo de los sectores privilegiados, en detrimento de las poblaciones marginadas. El resultado será casi siempre el desplazamiento masivo de los más débiles e indefensos. “La justicia, como las serpientes, solo muerde a los descalzos”, decía el escritor y poeta uruguayo Eduardo Galeano.
Presionados por injusticias históricas y/o por la discrepancia social, grupos enteros se levantan, se organizan y se movilizan contra el Estado. Con ello, fácilmente se vuelven indeseados y perseguidos por los gobiernos y las fuerzas del orden. “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, Papa Pablo VI en la encíclica Popolorum Progressio.
La conclusión es que, un migrante, una familia o un grupo de personas se ponen en camino por motivos políticos, socioeconómicos y climáticos. Los factores de expulsión tienden a converger sobre determinados grupos: étnicamente minoritarios, socialmente pobres, históricamente estigmatizados.