Iván, un salvadoreño que logró destacar en Nicaragua

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Margarita Girón
Margarita Girón
Periodista y futura comunicadora de la Universidad de San Carlos de Guatemala, reportera para el Diario La Hora y La Hora Voz del migrante. Realiza materiales periodísticos enfocados a la comunidad guatemalteca en Estados Unidos. Madre y mujer comprometida con las causas que luchan por una Guatemala digna.

Por Redacción La Hora
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“Siempre hay que ver los cambios como una nueva oportunidad”, relata Iván, para el portal electrónico de Soy Migrante, del Organismo de las Naciones Unidas para la Migración (OIM), al referirse a los desafíos que implica el movilizarse hacia otro país y establecerse en un nuevo territorio.

Iván, comenta que es biólogo y durante gran parte de su vida profesional se ha dedicado al trabajo comunitario para la conservación de los recursos naturales en la región mesoamericana.

Asimismo, es considerado como un emprendedor por ser el creador de una marca de artículos de cuidado personal elaborados con un sentido social y respetuoso para el medioambiente. En la actualidad, el salvadoreño reside en Nicaragua, migró cuando tenía un año junto a sus padres.

La inseguridad y la falta de oportunidades económicas a raíz del conflicto armado en su país, señala que fueron las causas que empujaron a que su familia migrara en la búsqueda de mejores condiciones de vida fuera de su país de origen; razón por la cual viajaron a Nicaragua para emprender desde ahí una nueva vida.

“Mi mamá nos contaba que en aquellos años Nicaragua ofrecía un ambiente de paz y que por temor a que la guerra nos afectara decidió que lo mejor era salir del país”, recordó Iván.

Al estar en Nicaragua, fue la madre del salvadoreño la que se incorporó a un programa de asistencia de las Naciones Unidas y que le ayudó a aprender un oficio y sacar una carrera técnica de modo que pudiese incorporarse a la vida productiva en ese país.

“Desde niño mi mamá me enseñó dos cosas, la primera es a ser trabajador, yo recuerdo que en mi casa siempre hubo una venta de algo, un negocio de flores, una tienda, cualquier cosa para generar ingresos”, señaló.

AMA A SU PAÍS

Al mismo tiempo, explica que la segunda cosa que su madre le enseñó fue a amar su país natal y por eso creció sabiendo a la perfección como era el municipio de San Miguel de donde son originarios, así como los nombres de sus tíos y tías, sin haber vuelto a El Salvador, guiado únicamente por las historias que su mamá, papá o abuela le contaban.

“Mi familia me enseñó el respeto y el cariño por El Salvador; yo fui, como dice Roque Dalton en su Poema de Amor, de los que lloraron borrachos cantando el himno nacional. A pesar de que desde que tengo un año vivo en Nicaragua, siempre he sentido nostalgia al estar lejos del país que me vio nacer”, mencionó Iván.

LOS MIGRANTES SON COMO INJERTOS

El tiempo y la distancia han separado a Iván de su tierra y aunque tuvo la oportunidad de obtener la nacionalidad nicaragüense ha optado por no aceptarla, a pesar de que considera que la vida en Nicaragua hubiese sido mucho más fácil con ese estatus.

Para Iván, las personas migrantes son como injertos, porque tienen raíces en un país diferente al de su origen, “no perdemos nuestra esencia, nuestro color. Yo siento que tengo mis raíces aquí –Nicaragua–, pero me siento salvadoreño”, puntualizó.

 

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