POR DOUGLAS GÁMEZ
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Ha sido una semana dura para los migrantes, porque medios de comunicación y abogados han revelado cómo los que han emprendido el viaje hacia Estados Unidos, que han sido detenidos y recluidos en un centro de detención, sufren toda una serie de vejámenes semejantes a los soportados por quienes han sido privados de su libertad durante un conflicto armado.
La niñez migrante es la más afectada, porque son quienes sufren en prisiones que no son adecuadas para ellos y que además, en muchas ocasiones, deben soportar esas dificultades solos, porque han viajado sin compañía o fueron separados por la administración Trump.
No es necesaria una fotografía o un video, basta con leer los relatos que las agencias de noticias han recopilado para darse cuenta que es un trato inhumano el que se le está dando a los connacionales que son detenidos y enviados a estos complejos.
Hasta cierto punto es previsible, no se puede esperar que Estados Unidos invierta para que las condiciones de los migrantes detenidos sean mejores.
Frente a todo eso existe una enorme pasividad de autoridades y en general de la ciudadanía a lo que sucede en ese país con los compatriotas que no han dejado Guatemala por gusto y gana, sino por la falta de oportunidades que les permitan vivir de una manera al menos con lo básico.
Debería ser una vergüenza ese comportamiento y falta de pronunciamiento o exigencias, porque los migrantes literalmente se van a partir el lomo y sacrifican sus vidas con tal de que sus familias y el país estén en las mejores condiciones posibles.
Estados Unidos ha tenido un comportamiento cuestionable hacia los migrantes, pero a estas alturas es complicado no voltear la vista y continuar con la crítica hacia dentro, porque los guatemaltecos están huyendo y no porque tengamos un país lleno de oportunidades.
Es el momento de sacar conclusiones, pero las pruebas están bastante claras y lo que se necesitan es cambiar el sistema que excluye y deja en la pobreza a millones de guatemaltecos, es lo único que podría evitar que los connacionales continúen migrando y enfrentándose a esas condiciones de terror en los centros de detención.
Más no se puede decir, o tomamos el rumbo adecuado para cambiar nuestra realidad o está por demás continuar señalando lo que está mal.