Pbro. Mauro Verzeletti, C. S.
Director de la Casa del Migrante de Guatemala y El Salvador
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El siglo XXI es considerado la era de las transformaciones fomentadas por las grandes revoluciones tecnológicas, en contexto de la globalización unidas al señor mercado pendular, con fronteras abiertas y pasaporte sello, no encuentra restricciones para explotar recursos naturales, abusar, dominar, imponer, excluir y violar derechos humanos. El actual modelo económico no difiere de las máquinas de exterminio de los regímenes totalitarios de Hitler y de Stalin; pues en la actualidad, la economía de mercado antisocial impulsada por defensores del capitalismo más salvaje de la historia, como Trump, Bolsonaro, Macri, Macron y Savini; entre otros gobiernos y empresarios ultraderechistas que usan la máquina del exterminio, negando contundentemente los derechos humanos de la población migrante y refugiada; donde millones perdieron la vida en la lucha por la sobrevivencia huyendo del infierno de la pobreza y violencia.
Los campos de concentración de migrantes y refugiados no terminaron con la llegada del nuevo milenio de la humanidad. Es posible identificarlos en diversos puntos del planeta en donde existen migraciones masivas. Cierto, no consisten exactamente en campos preparados para exterminio, sino son campos de hacinamiento, tortura y malos tratos; en donde miles de almas abandonadas a la propia suerte, no cuentan con la voluntad política de parte de los gobiernos de la región, para solucionar el drama humano de los acampados en la fronteras de Guatemala, México y Estados Unidos.
Los gobiernos que conforma la Conferencia Regional sobre Migración (CRM), deben hacer un gran esfuerzo para mejorar radicalmente las condiciones de los sectores más pobres de la población, tanto los de América Central y México, porque son países que están sumergidos en grandes flujos migratorios, que demandan una pronta e eficaz transformación estructural.
La economía de mercado se globalizó violentando derechos sociales. El fenómeno migratorio se convirtió definitivamente en planetario, los migrantes y refugiados siguen ocupando por derecho carreteras y fronteras. Las migraciones en caravanas están enviando un mensaje a los poderosos del mundo claro, el actual modelo económico ha colapsado. Los nuevos desplazamientos humanos se caracterizan, entre otros factores, por un vaivén repetitivo y desordenado en el complejo juego de la actual geopolítica mundial derechista exterminadora.
Vivimos en un contexto donde la actual “economía descarta, excluye y mata” -como afirma el Papa Francisco- se pacta con la extrema derecha, con clara orientación neofascista y xenófoba, que discrimina, rechaza y selecciona con rigor los que pueden disfrutar de los beneficios de la técnica y del progreso. Los pobres están condenados al éxodo y a la muerte prematura por no contar con protección internacional. Se les queda caminar sin tregua y golpear fronteras y corazones cada vez más cerrados y endurecidos como roca.