Por Margarita Girón
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San Juan del Obispo conocido como “La Puerta al Cielo”, como le bautizara el escritor Luis de Lión, es una comunidad de Antigua Guatemala en Sacatepéquez, destaca por su producción de níspero, maracuyá y membrillo, también es la cuna del vino artesanal de níspero y el chocolate artesanal.
Actualmente existen emprendedores que dan a cada producción un toque especial, heredado de padres y abuelos que iniciaron la producción de alimentos y bebidas derivadas de estos frutos traídos desde España durante la Colonia.
La Hora Voz del Migrante, durante su visita a esta comunidad visitó “El Museo del Níspero”, atendido por Juan Lobos, heredero de la receta de su padre, quien actualmente ofrece a los visitantes un pequeño recorrido por la historia familiar y el proceso de producción del “Vino Lobos”, el cual es una fuente de ingresos para él y un pequeño grupo de agricultores que cada año viaja desde el occidente de Guatemala para trabajar la cosecha anual del níspero.
Al ingresar al museo, Juan les da la bienvenida a los visitantes y les invita a conocer el lugar, en la puerta un anciano toca un instrumento de percusión como forma de llamar la atención de los turistas hacia el museo, que se encuentra a unos metros de la entrada principal de San Juan del Obispo, sobre una mesa, pequeños canastos con el fruto llaman la atención de los visitantes que se acercan para conocer más del lugar.
Juan; con voz amena, comparte con los visitantes un pequeño recorrido por la historia de la Comunidad, discursa un fragmento del legado literario de Juan de Lión, un escritor desaparecido en 1984 quien fue víctima del Conflicto Armado Interno y que, además, era originario del lugar. Asimismo, explica el origen del nombre del poblado y destaca datos históricos del mismo a quienes visitan el museo.
SOBRE EL NÍSPERO
Juan relató que, según datos históricos, fue el Obispo Francisco Marroquín quien llevó el níspero a la comunidad traído desde España. “De 100 años para acá el níspero ha tomado mucho auge y en San Juan del Obispo, el fruto ha reunido el sabor de cinco frutos como la pera, manzana, membrillo, melocotón y cereza, actualmente se consume no solo como un fruto de sabor agradable sino también por las bondades medicinales que se le atribuyen”, dijo.
Durante el recorrido por el pequeño museo, Juan muestra algunas fotografías de su padre y los senderos en donde se cosecha el fruto, en las faldas del volcán de Agua. “Él es mi padre, Procopio Lobos, con una sonrisa que refleja felicidad, esa foto fue tomada en 2013, recuerdo que en esos años todo era alegría, pero este año no hay sonrisa porque durante la erupción del volcán de Fuego en junio, los árboles fueron cubiertos por ceniza y la cosecha se vio afectada, pero nosotros no nos rendimos y acá seguimos”, dijo Juan.
DEL PROCESO
Juan explicó que durante el procesamiento artesanal y la cosecha del fruto trabajan largas jornadas que van desde las 4 de la mañana hasta las 6 de la tarde, “se suda mucho y se gana poco, pero el esfuerzo vale la pena, mi padre ha ganado reconocimientos por la calidad de la producción del fruto y también por el vino Lobos, que actualmente es distribuido en los comercios y hoteles de Antigua Guatemala y quienes lo conocen se enamoran del sabor”.
Juan continúa el recorrido por la pequeña habitación e invita a degustar dos tipos de producción del vino artesanal, cada uno varía de acuerdo a su añejamiento. Un sabor dulce, fermentado con la esencia del fruto caracterizan al vino artesanal, que Juan y su familia fabrican y envasan en botellas que decoran con distintivos guatemaltecos.
El emprendedor detalló que, durante años, el vino se producía para consumo de la familia, pero su padre decidió emprender el proyecto de comercialización del vino luego de pasar una crisis financiera en 2013. Juan destacó que, afortunadamente el vino fue bien aceptado y hoy es una de las principales fuentes de ingresos para la familia y generación de empleo para más personas.
Al pasar al siguiente espacio, Juan detalla el proceso de pelado, fermentación y producción del vino, mermeladas, conservas, helados y té; que, según el emprendedor, es famoso por sus propiedades medicinales.
AGRICULTORES MIGRAN DESDE OCCIDENTE
Juan Explicó que además de la producción de los derivados, el proceso de preparación de la cosecha anual, incluye la generación de empleo para cerca de 20 agricultores que viajan desde regiones como Huehuetenango y Quiché en busca de oportunidades.
“Ellos viajan anualmente porque saben que acá la mano de obra es mejor pagada que en sus comunidades de origen, acá vienen familias completas y nosotros no podemos decirles que no, desde los más pequeños hasta los mayores ayudan a labrar la tierra, son historias tristes y nosotros les apoyamos pagándoles lo justo y les contamos esto a las personas que vienen para que conozcan la realidad de nuestro país y aunque quisiéramos apoyar a más personas, no siempre podemos dar empleo a todos”, detalló el entrevistado.
De acuerdo a Juan, la idea de generar empleo para los agricultores locales y de otras comunidades la heredó de su abuelo Anselmo Lobos, quien le decía “no tenés que cosechar solo para vos, tenés que compartir y ser humanitario, leal, sincero y solidario con tus hermanos”.
Juan explicó que, durante el tiempo de cosecha, los árboles son chapeados y la tierra es abonada para obtener mejores frutos y es este el trabajo que realizan los agricultores desde el mes de junio, para que a partir de octubre y noviembre la cosecha del níspero obtenga los mejores frutos que luego son comercializados y procesados para su consumo.
El emprendedor destacó que la cantidad de agricultores originarios de San Juan ha disminuido porque han buscado su desarrollo fuera de la comunidad y esto da pie a que otros guatemaltecos viajen desde otras regiones para trabajar la tierra, “es bueno que las personas se superen, nosotros también podemos generar empleo gracias a esa superación y contribuir a la economía del país”, acotó Lobos.
APORTE DEL FRUTO A LA ECONOMÍA
Juan destacó que no solo ellos se dedican a la fabricación de estos productos, sino que actualmente existen varias familias que basan su economía en el fruto y sus derivados. “También somos famosos por nuestro chocolate, trabajamos mucho por sacar adelante a nuestra comunidad”, destacó Lobos.
“Nuestro producto oro es el níspero y todo el pueblo está lleno de muchos sabores, cada uno con su especialidad, la cosecha la vemos durante dos meses, pero los productos derivados los ofrecemos durante todo el año”, añadió.
El emprendedor explicó que las condiciones económicas y climáticas que afectan no solo a Guatemala, sino que, de forma global, ha mermado la cosecha de frutos que antes abundaban y que ahora son escasos, como la manzana y el membrillo, “esto ha mermado un poco el desarrollo de nuestra comunidad porque las familias que conforman los entre 5 y 7 mil habitantes de nuestra aldea, que antes se dedicaban a cultivar estos frutos ahora deben buscar otra fuente de ingresos, muchas veces lejos de la tierra”, señaló el entrevistado.
De acuerdo a Juan, la aldea necesita que las autoridades impulsen más proyectos de desarrollo para los pobladores, “hace unos años vinieron unos belgas a enseñarnos cómo mejorar nuestra producción, pero de eso hace años y no hemos tenido más acercamientos”.
“Sabemos que hay proyectos que llegan pero se quedan en el escritorio y necesitamos que se ejecuten para que podamos crecer como comunidad”, enfatizó Lobos.
El recorrido por el museo dura aproximadamente 20 minutos, no tiene ningún costo, la colaboración es voluntaria y además de conocer la historia de la familia, el visitante puede adquirir los productos durante su visita.