POR GUILLERMO CASTILLO
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La cultura migrante piensa, razona, vive, actúa y es legalmente diferente al ladino, maya, xinka, garífuna. Somos cinco pueblos en Guatemala, no cuatro. Si el Estado de Guatemala no reconoce al pueblo migrante, mucho menos lo hará EE. UU.
El “muro físico” en la frontera sur de Estados Unidos (EE. UU.) es una decisión soberana de los norteamericanos en función de la seguridad interna. Es la forma visible de dar a conocer la pared invisible y casi imposible de cumplir en el “muro la de las Cortes de migración”. Es un hecho verídico que en EE. UU. se ha incrementado la detención interna (2016-2018) a números altísimos y esto impactará en mayor cantidad de deportados.
Si EE. UU. habla en serio de reducir la migración, entonces Guatemala, El Salvador y Honduras deben: 1. Cumplir la ley; 2. Luchar contra la corrupción e impunidad que genera migración; 3. Ver a los migrantes como activos contables e inversionistas; 4. Hablar de migración por mérito; 5. Ver a los migrantes como interlocutores válidos en políticas de Estado. Los Estados deben comprometerse a hablar en serio sobre migración, no solo pinceladas.
En el caso de Guatemala, Segeplan debe incluir a migrantes como cooperantes válidos dentro de los diferentes Programas Operativos Anuales (POAs) para que sea vinculante. El problema radica en que existe desconocimiento total del pueblo migrante por parte de G13, G4, sector financiero, sector privado, universidades, iglesias, voluntarios, filántropos, grupos comunitarios, Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial. A su vez, la palabra “migrante” es sinónimo de criminal en ámbitos conservadores en EE. UU.
En las elecciones de Guatemala 2019 veremos cómo los presidenciables hablan de TPS como solución para migrantes, lo cual evidenciaría que son ignorantes e incompetentes pues los migrantes somos ciudadanos de la comunidad mundial que debemos trabajar alineados al capitalismo, supremacía blanca y diversidad mientras construimos la comunidad mundial basado en leyes, justicia social y aseguramos la frontera primero. Los migrantes creemos en industrias culturales y creativas, economía naranja, micro franquicias, vivienda productiva, diplomacia cultural y tanques de pensamiento donde el migrante sea un activo con silla, voz y voto en la mesa de decisiones de país. Nuestra fuerza espiritual invisible radica en soluciones pragmáticas como el “Programa de Embajador Comunitario (Juan Carlos Pocasangre)” o “Programa de no regresar”.
El verdadero muro está en las Cortes de migración y en reconocer al migrante como quinto pueblo cooperante que contribuye a la agenda bilateral.