POR DOUGLAS GÁMEZ
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Con mucha preocupación me han dejado las noticias más recientes a las que he podido tener acceso sobre la Caravana Migrante, pareciera que el encanto y el reconocimiento de los problemas que están empujando a los centroamericanos a huir de sus países se ha terminado y entramos en una peligrosa etapa de ver a los compatriotas como una molestia contra la que se debe actuar.
La agencia de noticias AP ha publicado durante la semana varios reportajes en los que se evidencia que la solidaridad para los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos se acabó y lo que ahora pueden encontrar en su camino es violencia, rechazo, hambre y condiciones que los están empujando a continuar por la ruta irregular, pero la que conlleva más peligros.
México ha decidido seguir los pasos de Estados Unidos y del Gobierno de Donald Trump y establecer las capturas y deportaciones como la solución al paso del Éxodo Migrante.
Además de los peligros que corren los migrantes ante las acciones estatales de México, porque entonces buscarán rutas cooptadas por el crimen organizado, se vuelve a cometer el error recurrente: La migración no se va solucionar con deportaciones y muros.
Los países de los que la mayoría de migrantes están partiendo se encuentran en situaciones muy complicadas, la violencia, la corrupción y la falta de oportunidades son las sombras que no les permiten continuar viviendo un calvario para ellos y sus seres queridos.
Quienes los deportan deben tomar en cuenta que muchas condiciones a las que se enfrentan los migrantes tienen relación directa a decisiones que han tenido efecto en nuestros países o por la omisión de las mismas.
Es importante que si quieren ayudar a mermar la migración irregular, reconozcan que los países centroamericanos necesitan cambios profundos que pasan por combatir la impunidad y la corrupción, además de promover el desarrollo.
La impunidad y la corrupción directamente están dejando sin oportunidades a los pueblos centroamericanos y no se debe seguir contemplando a los gobiernos por conveniencia, debe exigirse que estos respondan a las necesidades de las poblaciones.
Se ha desaparecido el encanto de ayudar a los migrantes, muchas cosas podemos hablar al respecto, pero no dejemos de exigir que las condiciones cambien para que no abandonen sus países y emprendan una ruta que puede llevarlos a la muerte.