Edna Sandoval
Llegó Halloween y en California, mi nuevo hogar se siente la festividad como el pretexto perfecto para disfrazarte y emborracharte durante una semana entera.
Viviendo en Los Ángeles, una ciudad multicultural, pero segregada por las tensiones raciales y étnicas abren el debate de los disfraces utilizados, especialmente por la sociedad blanca que representa no solo una apropiación cultural, sino la reafirmación de estereotipos negativos.
Por ejemplo, disfraces de charros, geishas, indios americanos o el famoso “blackfacing”. Las nuevas generaciones de las culturas de color se han pronunciado respecto a estas representaciones y se ha abierto un nuevo diálogo sobre los disfraces que son políticamente incorrectos.
En Guatemala padecemos del mismo mal, pero el problema es doméstico, y esta tensión racial y de apropiación cultural no se lleva a cabo para el Día de los Muertos, sino el 12 de diciembre. Una celebración católica en donde la comunidad ladina decide “disfrazar” a sus hijos de “inditos”.
Recuerdo una columna que el querido Juan Carlos Llorca escribió antes de fallecer en la que hablaba sobre este problema desde la perpetuación institucional. La identidad de Guatemala aún conserva la herida de la colonización y el racismo sistemático en contra de las comunidades indígenas.
La tensión étnica no solo surge de la discriminación racial, sino de la disparidad económica que crea una tensión socioeconómica.
Las comunidades indígenas han sido siempre usadas por las entidades en poder como fuerza de trabajo, y bajo ese contexto el estatus colonial de conquista y los indígenas utilizados como fuerza subyugada para generar lucro económico.
Si hablamos de racismo en Guatemala tenemos que hablar inherentemente de clase. “Disfrazar” a los niños ladinos de indígenas es una herramienta de poder para mostrar a las sociedades indígenas como mercancía.
Muchas veces las sociedades ladinas perpetúan el racismo hacia los indígenas bajo el lenguaje de “caridad” en el que se les ofrece a los pueblos mayas pequeños alivios paternales sin evitar la percepción social de clase y dominación entre etnias y razas. Es importante hablar de discriminación racial en Guatemala, pero también es importante llevar el debate a rasgos interseccionales como clase y género para hablar de disparidad en Guatemala.