Por Marco Antonio Lorenzana
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En el anterior artículo se definió la pobreza tanto desde el punto de vista monetario como no monetario. Desde la primera perspectiva, la pobreza se asocia con la insuficiencia de ingresos necesarios para adquirir la Canasta Básica Vital. En cambio, desde la segunda perspectiva, la pobreza se define como un fenómeno multidimensional que involucra elementos sociales, políticos y económicos.
En el artículo publicado recientemente, también se habló de desigualdad, estableciendo que esta puede ser monetaria –distribución del ingreso– y no monetaria –desigualdad de oportunidades–.
El cuestionamiento es ¿Qué tenemos que hacer como Estado para enfrentar la desigualdad y procurar la reducción de la pobreza, partiendo de que estos fenómenos multidimensionales afectan a gran parte de nuestra población?
Se ha evidenciado que el crecimiento económico, las intervenciones focalizadas o redistributivas, así como la transición demográfica han sido los factores relevantes en la reducción reciente de la pobreza en América Latina y el Caribe.
Entonces, es posible afirmar que a mayor crecimiento económico, menor pobreza y a mayor desigualdad mayor pobreza. ¿Cómo buscar aumentos en productividad?
Una clave sería las inversiones a lo largo del ciclo de vida. Teniendo en cuenta que el capital humano es el principal determinante del crecimiento y el factor que explica de mejor manera las diferencias en productividad entre los países (Galor y Moav, 2004; Barro, 2013; Banerjee y Roy, 2014, entre otros).
Lo adquirido durante una etapa del ciclo de vida afecta el aprendizaje en las siguientes etapas y lo invertido en una etapa tiene más retornos si en la etapa previa hubo inversión apropiada. Por tanto, cuanto más temprano se invierte en las personas, más altos serán los retornos porque más largo será el horizonte para cosechar los beneficios.
Las inversiones a lo largo de la vida buscan: intervenir de manera integral en primera infancia para evitar el rezago de los niños pobres y vulnerables en su nutrición y desarrollo y, así, se le facilite la entrada apropiada a la educación formal.
También buscan mejorar la calidad de la educación, con docentes mejor formados y capacitados y escuelas adecuadamente equipadas para elevar los niveles de aprendizaje y la preparación hacia el trabajo.
Aumentar la calidad de la oferta de servicios de Salud para afrontar la doble carga de la transición de la salud y mejorar la salud y nutrición materno-infantil. Crear redes de protección social más integradas y centradas en reducir la pobreza estructural, esencialmente a través del desarrollo del capital humano.
Sistemas de capacitación e intermediación laboral que promuevan el empleo y reduzcan su precariedad, mejorando cobertura y alineación de la oferta y demanda de habilidades. Así como sistemas de seguridad social sostenibles que apunten a eliminar la pobreza en la vejez y a disminuir la diferencia entre lo que las personas gastan mientras están trabajando y durante el retiro; para promover, asimismo, el ahorro de largo plazo de los trabajadores y el empleo formal sobre el informal.
DESAFÍOS PARA EL FUTURO
Desarrollo infantil temprano. No existen inversiones con mayores retornos que aquellas que se hacen durante la primera infancia debido a que trascienden hasta la vida adulta del individuo (Gertler, et al., 2013).
En aras de un crecimiento con equidad y una reducción de la pobreza sostenidos para Guatemala, es crucial que los niños de hogares pobres tengan acceso a servicios integrales de desarrollo infantil (nutrición esencial, estimulación temprana y componente de educación familiar), con el fin de prevenir el rezago de su desarrollo y, así, puedan entrar apropiadamente al sistema escolar. Teniendo en cuenta que la desnutrición crónica aún afecta a la mitad de los niños menores de 5 años en Guatemala.
Calidad de la educación. Los retornos de la inversión en primera infancia solo se verán plenamente realizados si los niños asisten a escuelas de alta calidad.
El aprendizaje de los estudiantes en Guatemala es deficiente debido a que el aumento de la cobertura y de los niveles de escolaridad no estuvo acompañado por aumentos de la calidad en los últimos años. Para que los servicios educativos estén dirigidos a lograr niveles más altos de aprendizaje es necesario que los estudiantes cuenten con maestros que: sean capacitados antes y durante los años de docencia; sean seleccionados de forma tal que se contrate a los más capaces; sean evaluados permanentemente (incluyendo la eficacia de lo que imparten); y tengan incentivos para que mejoren su desempeño y opten por los centros donde asisten los alumnos con más desventajas.
También es importante mejorar los insumos educativos clave (infraestructura, recursos de aprendizaje y tiempo de instrucción).
Funcionamiento del mercado laboral. El buen funcionamiento de los mercados laborales puede ser un factor relevante para alcanzar la meta de crecer con equidad y reducir sostenidamente la pobreza. Sin embargo, un obstáculo importante para que esto suceda en Guatemala es la informalidad del empleo que actualmente alcanza más del 60% de los empleos.
También deben considerarse: La calidad de los sistemas de capacitación, dando incentivos a empresas y trabajadores para adquirir una formación, y mejorando la pertinencia de la formación impartida; y la articulación entre los programas sociales que apuntan a mejorar el capital humano y los de intermediación y capacitación para aprovechar mejor las inversiones iniciales en el mercado laboral.
Transferencias públicas focalizadas. Consideradas éstas desde el punto de vista del ciclo de vida económica, porque financian parte del déficit de ingreso en las primeras y últimas etapas del ciclo (niños y adultos mayores) y porque, con esto, pueden reducirse las brechas de pobreza entre los grupos etarios de la población.
En Guatemala existen dos de estos programas que transfieren recursos públicos a los hogares, nos referimos a las Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC) del MIDES y las Pensiones No Contributivas (PNC) (Programa del aporte económico del adulto mayor) del Mintrab.
Ambas representan un gasto elevado para Estado, pero el problema estriba en que en los últimos años estos programas han demostrado ser ineficientes debido a que no han logrado impactar de manera significativa en la reducción de la pobreza.
Los esfuerzos en la acumulación del capital humano, que beneficie a todos y reduzca las brechas entre la población, permitirá tener no solo mayores tasas de crecimiento a través de la mejora de la eficiencia de la mano de obra, sino también más capacidades para generar ingresos altos y, con ello, reducciones sostenidas de pobreza y desigualdad. Así, la prosperidad con equidad será una aspiración posible.
La relación entre pobreza, desigualdad y crecimiento, y entre estos aspectos las políticas sectoriales en torno a la productividad, son aspectos clave del desarrollo.
En los artículos siguientes buena parte de estos temas serán tratados en profundidad.