Por Redacción La Hora
[email protected]
Datos de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) de El Salvador reflejan que durante 2016 más de 50 mil personas fueron retornadas, entre ellas miles de mujeres y hombres que al no cumplir con los requisitos para establecerse en otro país no tuvieron más opción que volver.
Los retornados son personas cuyos nombres, historias y memorias se desconocen, nacieron en El Salvador, pero también se formaron en Estados Unidos, algunos de ellos tomaron una decisión difícil al irse, al regresar son presentados a la opinión pública solamente como cifras, según un artículo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
No obstante, detrás de los números existen seres humanos, rostros cansados por el largo trayecto de regreso, con incertidumbres y preocupaciones. Algunos con la idea de volver a desplazarse y otros tantos con la esperanza de salir adelante en el país que los vio nacer, con sentimientos encontrados porque volverán a ver a quienes dejaron en su país y extrañando a quien dejaron allá.
David es una de esas personas, un migrante que emprendió un viaje con la ilusión de ayudar económicamente a su familia. Su relato es la historia de quien se enfrentó a los riesgos de la migración irregular, fue el adolescente, el mismo joven que vivió 9 años fuera de su país de origen, en un país donde el idioma, la comida, tradiciones y cultura eran diferentes al suyo y en el que su estatus migratorio lo obligó a retornar.
La comunidad de donde es originario se encuentra en un municipio situado a 72 kilómetros de la ciudad capital, de unos 2 mil 674 habitantes y que durante el 2016 recibió a 75 personas migrantes retornadas, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
David es un habitante de Dulce Nombre de María en el departamento de Chalatenango, en El Salvador.
Las actividades económicas principales del municipio son los cultivos agrícolas y forestales, la comercialización de granos básicos y hortalizas, el turismo y en menor escala la prestación de servicios técnicos.
Reintegrarse no fue fácil, a decir del salvadoreño “la gente pensaba que como venía de Estados Unidos traía dinero, pero cuando se dieron cuenta que no tenía nada se fueron alejando”. Así resume el recibimiento que le dieron en su comunidad. “Se siente una gran diferencia de parte de aquellas personas que conoces desde niño y que luego te tratan como a un desconocido”.
EMPEZAR DE CERO
Su proceso de adaptación, David lo describe como empezar desde cero: “poco a poco lo he ido superando. Llegó un momento en el que dije ’lo que pasó, pas’. Ahora quiero mantenerme con la frente en alto. Tratar la manera de salir adelante”.
Como David, muchas otras personas migrantes están buscando oportunidades de desarrollo y tratan de mejorar su calidad de vida y la de sus familias tras ser retornadas. Héctor Rodríguez, Director de la DGME define a las y los migrantes como “personas trabajadoras, luchadoras y valientes” y “que deben ser recibidos como compatriotas que ahora merecen una oportunidad acá”.
Las mujeres y hombres que retornaron del extranjero trayendo consigo sus experiencias y aprendizajes, ahora están a la espera de que alguien les diga “yo no discrimino” y las respalde, porque las personas retornadas contribuyen a dinamizar diferentes procesos económicos, sociales y culturales. La persona retornada trae nuevos conocimientos y nuevas aptitudes que pueden ser fundamentales para el desarrollo de su lugar de origen.
David recibió el apoyo de un programa gubernamental para avanzar económicamente y ser el soporte de su familia, que a pesar de las dificultades no lo abandonó. Él ahora genera oportunidades para otras personas y considera que en el país se puede progresar. “Es de poner empeño, es de esforzarse, y el esfuerzo es igual aquí o en otro lado.”
A pesar del estigma por haber sido retornado, él ahora dirige una microempresa de instalaciones eléctricas y definitivamente, es un ejemplo de superación y del potencial de las personas migrantes retornadas. “Es de echarle ganas”, finaliza David.
“Es de poner empeño, es de esforzarse, y el esfuerzo es igual aquí o en otro lado”.
“Poco a poco lo he ido superando. Llegó un momento en el que dije ‘lo que pasó, pasó’. Ahora quiero mantenerme con la frente en alto. Tratar la manera de salir adelante”.
DAVID