La comunidad migrante ya empieza a perfilar algunas ideas que ellos consideran como opciones para cambiar la realidad que los hizo migrar. Muchas cosas necesitan más detalle y estructuración, pero el punto a destacar es que empiezan a tener más qué decir en el futuro, y eso es importante.
Se menciona la necesidad que pueda existir un banco, una cooperativa que nutriéndose del dinero de las remesas pueda servir como puente para canalizar sus sueños. Esa y, quizá, otras iniciativas, como el tema de las microfranquicias, necesitarán de un andamiaje integral que ayude a la sostenibilidad y viabilidad de los proyectos, pero nunca llegaremos a ese punto si no lo empezamos a discutir como agenda de país.
El reto que se nos plantea a todos es grande, pero en especial a la comunidad migrante porque a ésta no le puede pasar los que nos pasa a quienes habitamos en Guatemala, es decir, que reine la separación, la polarización y la desconfianza. Tienen que unirse para encontrar puntos en común porque siempre será y debe ser más fuerte lo que nos une que las cosas que nos dividen.
La comunidad migrante debe entender, al igual que lo debemos hacer todos los chapines, que cualquier cambio principia por nosotros mismos y pasa por creer en nuestra capacidad para incidir en el futuro. Ese futuro que soñamos necesita del involucramiento de todos, de la sociedad en general, de los políticos en el Congreso y en el Ejecutivo, pero nunca será una realidad si quienes están llamados a liderar el cambio, se resisten a jugar su papel.
Quien migra lo hace para ofrecer un mejor futuro a los suyos y por ende es lógico que parte de lo que se recibe en remesas sirva para subsistir y poder llevar el día a día, pero también debemos dedicar tiempo a explorar esas maneras en las que se pueden utilizar las remesas para generar cosas que ofrezcan sostenibilidad en el tiempo y oportunidades a largo plazo.
Es muy poco lo que se invierte en educación y salud, no digamos en salud preventiva y poco a poco, debemos ir revirtiendo esa realidad. Será necesario hacer ajustes en alguna legislación nacional para poder atender mejor a nuestros compatriotas en el extranjero, porque hoy la bancarización y por ende un mejor control de sus remesas es un tema complicado.
Ideas habrá muchas y hay que debatirlas, pero la clave está, justamente, en dedicar tiempo a ello para encontrar las mejores maneras en las que le podamos asegurar que los nuestros puedan hacerse de una casa, de un carro, de seguros, de cuentas bancarias, de mecanismos que les permitan pagar la educación de sus hijos, la salud y un largo etcétera con facilidad y seguridad.