POR ELMER A. SANDOVAL
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Como pasa el tiempo, como se han desvanecido las décadas y nosotros dejando toda nuestra juventud yéndose en el transcurrir del tiempo como cometa, sin olvidar que un día tristemente dejamos el pueblo que nos vio nacer, crecer y marchar hacia un norte desconocido, pero cargando la mochila llena de sueños, muchos de ellos inalcanzables para nosotros, pero Dios en su infinita misericordia ya tenía trazado el sendero por donde teníamos que caminar hasta llegar a la meta.
Y es que al fin nos encontramos en un país que aunque bello y lleno de oportunidades nunca deja de ser nuestro, aunque nos hemos acomodado, participamos de las actividades, adoramos a Dios en la Iglesia, reímos, jugamos, lloramos, invertimos, a pesar de todo lo anterior somos un gran número de chapines orgullosamente y con nostalgia podemos decir “soy migrante” por haber dejado de ser partícipe del avance de nuestro país y al mismo tiempo por un lapso de tiempo tampoco pudimos participar del lugar donde vivimos porque nuestra meta es trabajar y ayudar a nuestros padres a sobrevivir de una situación donde lo único que tenían era la agricultura donde estaban esclavos los extranjeros que llegaron con su ayuda de proveer trabajo, pero que al final se traían las cosechas dejando una mínima ganancia con lo cual no era suficiente subsistir.
Total ahora somos parte de una generación que a pesar de las adversidades somos bendecidos de parte de Dios y podemos decir “EBENEZER” (hasta aquí El Señor nos ha ayudado), pues nos ha dado la dicha de ver nacer, crecer a una generación Chapina-americana que al igual que nosotros se encuentra atrapada en dos culturas diferentes, criados a lo chapín en casa con frijoles y tortillas, pero en la escuela y en el barrio se enfrentan a su realidad hablando el idioma de ellos (inglés) que no podemos negárselos al contrario aquí está mi punto.
Debemos ASIMILAR y DISFRUTAR el verlos desarrollarse en su mundo tan lleno de oportunidades, las cuales ellos tienen que continuar, ya que nosotros las tuvimos y no las aprovechamos, por lo antes mencionado, pero Dios las ha guardado para que nosotros las veamos realizar ahora en nuestros hijos y así llegar a la conclusión que nosotros solo hemos venido a fundar el cimiento para que nuestros hijos puedan saltar y dar ese gran paso del éxito, estudiando, graduándose, casarse, y darnos nietos de los cuales nos sentiremos orgullosos de haber cruzado todo lo que pasamos, no podemos culpar a nadie por lo que vimos en nuestro país y causó el haber dejado nuestro pueblo.
Dios permitió que al igual que su pueblo Israel llegara a Egipto como esclavo se convirtiera en una gran nación hasta el día de hoy, nosotros somos una gran nación de migrantes guatemaltecos que hemos alcanzado algunos beneficios como lo es el estatus migratorio (no todos todavía).
Sí usted estimado lector está en esta categoría le recomiendo si ya es residente, oriéntese y busque la ciudadanía y se registra para ejercer el voto y así contribuir de forma equitativa para que los locales vean que no somos carga sino al contrario somos parte del país que nos adoptó cuando más lo necesitábamos, cuando nos sentíamos sin valor.
Ahora debemos involucrarnos en los comités de padres de familia de las escuelas, programas que ayudan al crecimiento y desarrollo de nuestros hijos, para así comprenderlos y apoyarles en todo lo necesario, aprendiendo el inglés como segundo idioma, no se margine usted solo por su estatus migratorio al contrario siga adelante trabajando sin perder de vista el crecimiento de sus hijos, sin dejar de asimilar y participar.
La nostalgia de nuestro país nunca se quitará especialmente en los días festivos cuando recordamos como fue nuestra niñez y juventud en nuestro pueblo, pero debemos mantener esos bellos recuerdos en nuestra propia cajita de seguridad, para que nada ni nadie nos quite lo bello que somos de haber nacido en un País de la Eterna Primavera, Guatelinda.
El conocimiento de la “verdad” es la mejor herencia que podemos delegar a nuestros hijos para que todo les salga bien.