POR DOUGLAS GÁMEZ
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La semana pasó volando y quedará marcada al igual que la anterior porque en Guatemala se ha desencadenado un capítulo más de la crisis que ha venido azotando al país desde hace mucho tiempo.
La no renovación del mandato de la CICIG e impedir el ingreso a Guatemala del comisionado Iván Velásquez, fueron los puntos que determinaron este nuevo momento, es difícil pensar que alguna de estas decisiones puede representar un bien para el país.
Guatemala ha sido débil, han pasado décadas y la situación no mejoró, nuestros abuelos y padres debieron sufrir los embates del Conflicto Armado Interno, muchas personas perdieron la vida y la libertad durante esa época y supuestamente se acabó, se firmó la paz, los civiles tuvieron a su cargo el poder; pero las cosas no han cambiado.
Los últimos años es una demostración de ello, no se vive en una guerra, pero las condiciones que la generaron no se modificaron, siendo susceptibles a los mismos problemas y carencias.
La corrupción y los malos funcionarios siguieron aprovechándose de la situación y el abismo siempre estuvo cerca.
Las últimas semanas son el resultado de décadas, años, muertes, pensamientos y demás de los artífices que buscaban muchas cosas menos el bienestar común. Mientras todo esto sucede, la población sigue sufriendo; la desnutrición, violencia, muerte, miedo y falta de oportunidades son la tónica.
No se puede vivir engañado, es importante la ayuda que se nos ofrezca, porque no hemos sido capaces de cambiar el rumbo y de generar o luchar por una mejor Guatemala.
Estamos en un momento crítico y debemos elegir si daremos seguimiento a la pequeña oportunidad para cambiar que se nos abrió en 2015, el panorama se pinta cuesta arriba y oscuro, pero no podíamos esperar menos.
Hace unas semanas relate la experiencia de una niña que vendía crayones y cuyo rostro se notaba la tristeza y la incertidumbre de tener que buscar dinero para sobrevivir. Por esos niños que han perdido su sonrisa, que no tienen nada, debemos dar una última batalla, luchar por esa oportunidad que se abrió en 2015, vale la pena.
Es ahora o nunca, o aprovechamos el momento y se logra dar un giro para otro largo camino o nos sentamos a contemplar cómo los poderes que siempre han mandado y con los cuales se han cerrado las oportunidades para que lo niños y familias guatemaltecas en general estén mejor se terminen de perpetuar.